viernes, 6 de diciembre de 2013

21. Rito de la Comunión

Rito de la Comunión

Ya que la celebración eucarística es un convite pascual, conviene que, según el encargo del Señor, su Cuerpo y su Sangre sean recibidos por los fieles, debidamente dispuestos, como alimento espiritual. A esto - tienden la fracción y los demás ritos preparatorios, que conducen a los fieles a la Comunión.


  • Padre Nuestro. Después de la admonición "Praeceptis Salutaribus moniti..." ("Fieles a la recomendación del Salvador...") nos, Domine, ab omnibus malis..." ("Líbranos de todos los males, Señor...") y la aclamación "Quia tuum est regnum et potestas..." ("Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre señor"). En la Oración dominical se pide el pan de cada día, con lo que se evoca, para los cristianos, principalmente el pan eucarístico, y se implora la purificación de los pecados, de modo que, verdaderamente, "las cosas santas se den a los santos". El sacerdote invita a orar, y todos los fieles dicen, a una con el sacerdote, la oración. El sacerdote solo añade el embolismo, y el pueblo lo termina con la doxología. El embolismo, que desarrolla la última petición de la misma Oración dominical, pide para toda la comunidad de los fieles la liberación del poder del mal. La invitación, la oración misma, el embolismo y la doxología con que el pueblo cierra esta parte, se pronuncian o con canto o en voz alta.
  • Ad pacem (Rito de la paz). El sacerdote solo reza la oración Ad pacem ("Domine Iesu Christe, qui dixisti...") ("Señor Jesucristo, que dijiste...") tras la cual, invita a los fieles a darse un saludo de paz. Con este rito, la Iglesia implora la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana, y los fieles expresan la comunión eclesial y la mutua caridad, antes de comulgar en el Sacramento. Por lo que se refiere al mismo rito de darse la paz, establezcan las Conferencias de los Obispos el modo más conveniente, según el carácter y las costumbres de cada pueblo. No obstante, conviene que cada uno exprese sobriamente la paz sólo a quienes tiene más cerca.
  • Fracción del pan El sacerdote parte el pan eucarístico con la ayuda, si procede, del diácono o de un concelebrante. El gesto de la fracción del pan, realizado por Cristo en la última Cena, y que en los tiempos apostólicos fue el que sirvió para denominar la íntegra acción eucarística, significa que los fieles, siendo muchos, en la Comunión de un solo pan de vida, que es Cristo muerto y resucitado para la vida del mundo, se hacen un solo cuerpo (1 Co 10,17). La fracción se inicia tras el intercambio del signo de la paz y se realiza con la debida reverencia, sin alargarla de modo innecesario ni que parezca de una importancia inmoderada. Este rito está reservado al sacerdote y al diácono. El sacerdote realiza la fracción del pan y deposita una partícula de la hostia en el cáliz, para significar la unidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor en la obra salvadora, es decir, del Cuerpo de Cristo Jesús viviente y glorioso.
  • Agnus Dei (Cordero de Dios) Todos recitan o cantan la oración "Agnus Dei, qui tollis..." ("Cordero de Dios, que quitas..."). El sacerdote luego eleva la Hostia y dice "Ecce Agnus Dei, ecce qui tollit peccata mundi. Beatae qui ad caenam Agni vocati sunt" ("Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor"). Los fieles, de pie o de rodillas, responden: "Domine, non sum dignus ut intres sub tectum meum, sed tantum dic verbo et sanabitur anima mea" ("Señor, no soy digno (a) de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme"). Esta invocación acompaña a la fracción del pan y, por eso, puede repetirse cuantas veces sea necesario hasta que concluya el rito. La última vez se concluye con las palabras: danos la paz.
  • Comunión Los fieles que se encuentran preparados -esto es, sin haber cometido un pecado mortal desde su última confesión y habiendo ayunado durante una hora- pueden acercarse a recibir la Comunión. Durante el cantor o la schola pueden cantar la antífona de Comunión, aunque puede cantarse también otro canto o cantos apropiados. El sacerdote se prepara con una oración en secreto para recibir con fruto el Cuerpo y Sangre de Cristo. Los fieles hacen lo mismo, orando en silencio. Luego el sacerdote muestra a los fieles el pan eucarístico sobre la patena o sobre el cáliz y los invita al banquete de Cristo; y, juntamente con los fieles, hace, usando las palabras evangélicas prescritas, un acto de humildad. Es muy de desear que los fieles, como el mismo sacerdote tiene que hacer, participen del Cuerpo del Señor con pan consagrado en esa misma Misa y, en los casos previstos, participen del cáliz, de modo que aparezca mejor, por los signos, que la Comunión es una participación en el sacrificio que se está celebrando. Mientras el sacerdote comulga el Sacramento, comienza el canto de Comunión, canto que debe expresar, por la unión de voces, la unión espiritual de quienes comulgan, demostrar la alegría del corazón y manifestar claramente la índole "comunitaria" de la procesión para recibir la Eucaristía. El canto se prolonga mientras se administra el Sacramento a los fieles. Se debe procurar que también los cantores puedan comulgar cómodamente. Para canto de Comunión se puede emplear o la antífona romano, con salmo o sin él, o la antífona con el salmo del Gradual simple, o algún otro canto adecuado, aprobado por la Conferencia de los Obispos. Lo cantan el coro solo o también el coro o un cantor, con el pueblo. Si no hay canto, la antífona propuesta por el Misal puede ser rezada por los fieles, o por algunos de ellos, o por un lector, o, en último término, la recitará el mismo sacerdote, después de haber comulgado y antes de distribuir la Comunión a los fieles. Cuando se ha terminado de distribuir la Comunión, el sacerdote y los fieles, si se juzga oportuno, pueden orar un espacio de tiempo en secreto. Si se prefiere, toda la asamblea puede también cantar un salmo, o algún otro canto de alabanza o un himno. Para completar la plegaria del pueblo de Dios y concluir todo el rito de la Comunión, el sacerdote pronuncia la oración para después de la Comunión, en la que se ruega por los frutos del misterio celebrado. En la Misa sólo se dice una oración después de la Comunión, que se termina con la conclusión breve, es decir: Si se dirige al Padre: Por Jesucristo, nuestro Señor. Si se dirige al Padre, pero al final menciona al Hijo: Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Si se dirige al Hijo: Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. El pueblo hace suya esta oración con la aclamación: Amén.
  • Purificación de los vasos sagrados Tras dar la Comunión a los fieles que se acercaron, el sacerdote termina de consumir la Sangre y luego purifica todos los cálices y utensilios utilizados durante la Misa. Las sagradas Formas, u Hostias, que pueden haber quedado se reservan en el sagrario.
  • Oración después de la Sagrada Comunión Los fieles se ponen de pie y el sacerdote reza una breve oración.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario