Evangelio
El sacerdote inicia la lectura diciendo "Lectura del Santo Evangelio según..."), a lo que el pueblo responde diciendo "Gloria a Ti, Señor") y haciendo la señal de la cruz en la frente, labios y pecho. Al final se aclama "Gloria a Ti, Señor Jesús"). La proclamación del Evangelio constituye la culminación de la Liturgia de la Palabra. La misma Liturgia enseña que se le debe tributar suma veneración, ya que la distingue por encima de las otras lecturas con especiales muestras de honor, sea por razón del ministro encargado de anunciarlo y por la bendición u oración con que se dispone a hacerlo, inclusive empleando incienso en los días solemnes, acompañado de los acólitos portando cirios a los costados del ambón, sea por parte de los fieles, que con sus aclamaciones reconocen y profesan la presencia de Cristo que les habla, y escuchan la lectura puestos en pie; sea, finalmente, por las mismas muestras de veneración que se tributan al Evangeliario. Al culminar el que "proclama" el evangelio dice: "Palabra del Señor", y la asalmblea responde “Gloria a Ti, Señor Jesús” o “Gloria y honor a Ti, Señor Jesús”. Solamente hay dos excepciones en el año a la hora de la lectura del evangelio que son el Domingo de Ramos y el Viernes Santo, días en los que se lee la Pasión del Señor.
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