Credo
Si es domingo o solemnidad, los fieles junto con el sacerdote rezan el credo de Nicea-Constantinopla o, en su defecto, el credo de los apóstoles. En cualquier misa donde se diga el credo, a la mención de la Encarnación de Jesucristo, debe hacerse una profunda reverencia. En la Navidad y el día de la Anunciación, todos se arrodillan en esta parte. En algunas ocasiones, el credo se sustituye por las solemnes letanías de los santos. El símbolo o profesión de fe tiende a que todo el pueblo congregado responda a la palabra de Dios, que ha sido anunciada en las lecturas de la Biblia y expuesta por medio de la homilía, confesando los grandes misterios de la fe antes de comenzar su celebración en la eucaristía. El símbolo lo ha de cantar o recitar el sacerdote con el pueblo los domingos y solemnidades; puede también decirse en peculiares celebraciones más solemnes. Se puede rezar el símbolo de los apóstoles o el credo niceo-constantinopolitano. Si se canta, lo inicia el sacerdote o, según la oportunidad, un cantor, o el coro, pero lo cantan todos juntos. Si no se canta, lo recitan todos juntos, o a dos coros alternando entre sí. En ocasiones, este credo se puede suprimir, muy especialmente cuando se hace la renovación de promesas bautimales o el juramento episcopal, diaconal o sacerdotal; en este último caso, queda a criterio del obispo de turno.
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